Archivo del blog

Datos personales

Mi foto
Dramaturga venezolana. Escritora de cuentos y novelas. Profesora de historia. Escritora de televisión, asesora de escritura de telenovelas, instructora talleres de guiones de cine. Autora de novelas.

CASA EN ORDEN

Preyecto: "Macho macho"

Preyecto: "Macho macho"
Afiche, realizado por Jorge Ibarra

!VIOLENTO! Todas las instacias de la violencia en Venezuela.

!VIOLENTO! Todas las instacias de la violencia en Venezuela.
La historia de un niño de la calle, llamados ahora " niños de la Patria.

viernes, 15 de octubre de 2010

"CASA DE VARONES" NOVELA I CAPÍTULO.

CASA DE VARONES

 

CAPÍTULO 1

                                                     
TORBELLINO


Un grito recorre los pasillos de mi casa; con el eco de ese grito, que llegó a todos los rincones de la tierra, desperté. Felipe, mi nieto, llamaba a una mujer llamada Rebeca...

_Cállate mijo, que esa Rebeca no está aquí. Sigue durmiendo que mañana seguro la verás y así no tendrás que soñarla más ni gritar por ella cuando no esté. ¡Qué calamidad con los hombres de esta casa, que sólo piensan en las mujercitas esas para traernos el desconsuelo y la ruina!

_Duérmete abuela y deja de quejarte, mira que después atraes a tus muertos y te desvelan la noche entera.

_Muchacho, ¿cómo puedo quedarme quieta después de ese grito? ¿Cómo quedarme tranquila después que esa muchacha, la tal Rebeca, entró en tu sueño y te llenó de fiebre el cuerpo?

Felipe me respondió:

_Está tan vacía esta casa, vacía de ella, de Rita Ruiz, mi madre,  que desde que se marchó nos dejó la oscuridad y todos estos silencios. Esa señora, la que un día abrió la puerta hoy sellada y al amanecer nos dejó su ausencia…

_¡Esa señora no se nombra en esta casa, te lo digo y debo repetírtelo! Esa mujer encabeza mi lista de odios. En esa lista están todos; fueron tantos los que me hirieron que fui anotando sus nombres y apellidos para no olvidarlos, para odiarlos siempre, más allá de mi muerte. Yo creí en ellos, en sus palabras para después traicionarme. Sobreviví a ellos y a todas sus maldades. ¡Y tú te atreves a nombrar a esa mujer esta noche!  ¿Dónde esta mi oración? La rezaré contra todos los que me hirieron, para que vengan esta noche en que estoy mala:

Yo, Carlota Guerrero, conjuro a mis espíritus para que me guíen en mi odio contra todos mis heridores: Rita Nuñez, esa zorra encabeza mi lista; Carlos Mejías, el que fue mi marido, ése debe pagarme todos los sufrimientos por los que tuve que pasar. Carmen Nuñez con la que tuve que negociar mi pecado.  El otro diablo también pagará sus culpas, el tal Filiberto, el enterrador, al que le brindé mi confianza y dejó insepulto el cadáver de mi hijo, muerto por la peste.

Las iras entraron a mi habitación y me mantuvieron despierta toda la noche. Es que el amor había entrado a mi casa de nuevo y con él, el revuelo se había apoderado de todo. Esa mujer, la tal Rebeca fue la que alborotó mis furias. Tengo tantos odios dentro del pecho y tanta vida recorrida que no entiendo cómo no he reventado en mil pedazos. Ah, pero tengo un amor inmenso que hace que se marchen esas voces malas: Felipe Mejías, hijo de mi hijo, criado por mí, que me das la vida y te llevas la muerte. El amor que siento por ti me mantiene viva, pero esta noche el eco de ese grito me trajo  a los odios. Sus sombras me acechan, las siento revoloteándome cerca, cada vez más cerca. Vienen a recordarme dolores antiguos que engendran odios dentro de mi espíritu que alguna vez supo de sueños.

Ahora estoy ciega, la penumbra empezó desde muy temprano en mi vida con una miopía muy grave. Soy ciega desde hace tanto que ya no me recuerdo mirando nada. Pero pude ver lo que tenía que ver; y lo que vi marcó mi rostro con este rictus de espanto. Dios, ¡cuánto ha pasado frente a mis ojos! ¡Cuánto les di a todos! Es que “por la caridad entra la peste”. ¡Qué idea exacta, aguda, terrible ésta! ¿Dónde la escuché por primera vez? Esta memoria mala. Lo recuerdo ahora: la escuché de los labios de una mujer vieja, como yo lo estoy ahora. ¿Qué hacer con todo esto que llevo dentro de mi pecho? ¿Huir acaso? Huir es lo mejor para el que puede morir de un mal profundo. Pero esta vez no puedo irme, esta vez debo enfrentar estas voces tan cercanas, pero debo comenzar desde el principio, con memoria exacta.

Soy Carlota Guerrero, esta vieja llena de odios. ¡Cuánto pensamiento agolpándose en mi cabeza, el himno que cantaba mi padre persiguiéndome antes de cada desgracia! Las imágenes del pasado se instalan detrás de mis ojos ciegos; allí están dolorosas, agudas, espectrales. Mis heridores me reclaman, exigen que los deje en paz, que no los odie tanto. Me hablan, se muestran enteros, se presentan con su traición, con su historia exacta. Y yo les doy la cara, los enfrento. Que sufran siempre de dolores. Mi corazón se llena de latidos y a veces siento que voy a reventar. Quisiera aniquilarlos con mis manos y toda esta fuerza que tengo dentro. Ellos están aquí esta noche, vinieron en bandada a atormentarme.

_Fuera de mi cuarto y de mi casa!

_Abuela, cállese que no hay nadie dentro de su cuarto. Quédese tranquila. Ese odio que siente por todo es lo que la va a matar.

_Esos esperpentos regresaron esta noche; esa mujer por la que gritas fue quien los trajo a mi cuarto. Vinieron a atormentarme. Quiero que se me acerquen para arrancarles los ojos y dejarlos ciegos como yo lo estoy ahora. Ellos me golpearon muy fuerte, hijo. Por eso deseo que sufran.

_Abuela, deje la pensadera que cuando le da por ahí, ellos se instalan en su cuarto a molestarla y usted es la que se enferma peleándose con la vida y entregándose a la muerte. Y usted misma me ha dicho que quiere vivir, para verme vivir.

Y así era, Felipe me salvaba de la muerte. Se acercó a mí buscando alguna respuesta, tratando de encontrar en esa oscuridad algo que no sabía bien qué era ni dónde estaba. Yo tenía todas las respuestas, pero el muchacho sentía miedo de preguntar porque podía ser doloroso lo que le contara. Era mejor no saber algunas cosas.

_Abuela, ya usted me llenó la cabeza y el corazón de esta cosa mala, yo tampoco puedo dormir, estoy desvelado y no dejo de pensar.

  _Lo que pasa es que tienes la sangre caliente por la tal Rebeca ésa que se te metió entre las cobijas y te hizo gritar de esa manera. Yo sé qué pasa dentro de ti. Conozco ese sudor, esa desesperación y sé lo que viene después.

_Rebeca es bella, abuela, tiene las mejores caderas del mundo, el cabello negro, los labios rojos y llenos de deseos; la quiero para mí.

El tormento había empezado para mí, el amor había tocado a la puerta de mi casa otra vez. Escuché la voz entrecortada de mi nieto y sentí escalofríos. Recordé aquellas fiebres, idénticas a las que tenía mí nieto Felipe esta noche, el mismo rictus de deseo. Busqué entre los pasillos de la casa el cuarto de Andrés, mi hijo amado que yacía encerrado hacía años, llorando la ausencia de una mujer. Andrés había nacido débil, asustadizo, esclavo de su destino triste. Él se enamoró y se me enfrentó batiéndose como un toro en celo, hasta que accedí y lo casé con Rita Nuñez. Yo le compré una mujer a mi hijo, ¡y resultó que compré su muerte! Esa mujer es el vientre que alimentó a Felipe, el hijo de mi hijo, pero un día se marchó y dejó a los hombres de la casa sólo para mí. Lo que no supo nunca es que ellos todavía andan tras de ella, incompletos, siempre tristes por su ausencia.

¿Qué fuerza maligna había entrado a mi casa, mi casa de varones que había construido para que se llenara de vida, de hombres fuertes que pudieran sostenerla después de mi muerte?. ¿En qué me había equivocado? En nada, claro que en nada. Así era la vida, pero traté de entrever qué había pasado en todos esos años. Me había levantado de la nada para llegar a ser esa mujer respetada por todos ¡Me costó tanto hacerlo!. Era un mundo de hombres y había que hacerlos respetar mi palabra, empezando por mi padre, que me hizo conocer el mundo demasiado rápido; mi padre que me enseñó tanto y me negó tanto, él también ocupa u lugar en mi lista, claro que sí, porque yo no tengo la culpa de que de buenas intenciones esté empedrado el infierno; por su estupidez sufrí mucho y él debe pagarlo igual que todos.

Necesito una luz para no enloquecer entre tantas sombras malas. Persiguiendo a mi nieto Felipe para que no se pierda tras el trasero de la tal Rebeca. Él habla de amor y a mí me espantan sus palabras. Amor, amor, amor; el amor ha traído tanto dolor a mi vida. Ellos, los míos, mis amores, tan débiles, tan carentes de alma y a la vez tan poderosos en sus arrebatos. ¿Qué debo hacer para tranquilizar mi espíritu? ¿Cómo ordenar este caos que tengo adentro. ¿Adónde se fue el país que conocí, el de la plaza y la iglesia, el del Ángelus, el del silencio?

Felipe, andas perdido buscando respuestas y yo no puedo responder a tus dudas muchacho, no puedo curar tus dolores, protegerte de tus miedos. Yo tan sólo puedo amarte con amor de madre ausente, con amor de vieja ciega. Felipe, hijo de mi hijo que creciste entre mis faldas anchas buscando las sonrisas que nunca tuve,  buscando la dulzura que jamás pude darte. Felipe, tu grito despertó mis sentidos, me trajo al mundo y lo metió dentro de mi cuarto lleno de penumbras. Yo sé que quieres respuestas.

_Felipe, hijo de mi hijo! ¡Ven que quiero contarte qué hay detrás de mis ojos ciegos!

1 comentario:

  1. !Interesante !...... Volveré de visitas por aquí, si me lo permiten. Buen día y feliz Semana Santa..

    ResponderEliminar